—Ponme una cerveza bien fría, chaval.
Ya que tengo que esperar, hagamos algo provechoso.
El chico dejó el ordenador, se acercó
al grifo y cogió un vaso largo, pero se detuvo de repente. Le miró, pálido, y
preguntó, dubitativo:
—¿La quiere con alcohol o sin alcohol?
Reyman lo observó sorprendido. No daba
crédito a las dudas de aquel muchacho.
—No veas tanta televisión, chaval —le
recomendó—. Nada de mariconadas. Si quisiera agua me iba a una fuente. Con
alcohol, hombre. ¡Qué ocurrencias!
Los otros dos imberbes de la barra
rieron en silencio. No se atrevieron ni a mirarlo. Les bastó con mirarse el uno
al otro. El chico gordo se encendió como un farol de burdel. Agarró el grifo
con mano temblorosa y empezó a llenar el vaso. Medio minuto después se lo puso
delante y se marchó sin levantar la cabeza.
Extracto de la novela SECRETOS BAJO LA HIERBA
Novela escrita por Juan José Marín
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