Sus ojos verdes deambulaban entre la
mesa y el suelo de la sala, temerosos de mirar directamente a un público que le
devoraba sin reparos. Todas las mujeres que conocía, prácticamente sin
excepción, suspiraban por él cada vez que su nombre aparecía en una
conversación; la conclusión era unánime. Al parecer, su galopante calvicie, encubierta
por un rapado total, no hacía disminuir la locura colectiva que aquel hombre
provocaba entre las legiones de féminas que año tras año, y como resultado de
sesudas encuestas en las más variopintas revistas, lo elegían como uno de los
hombres más sexis del planeta. Pesaban mucho más sus proporcionadas facciones y
su atlética corpulencia, pero sobre todo, eran sus penetrantes ojos verdes la
cualidad que la mayoría de las féminas destacaban más en su persona. Reyman opinaba
que la fama del personaje, considerado el mejor futbolista del mundo, así como su
voluminosa cuenta bancaria, ayudaba, y no en poco, a tal devoción. Los flashes
de las cámaras iluminaban su cara como relámpagos en una noche oscura, sin
piedad, como en una de esas noches tormentosas que tanto asustaban a su exesposa
y en las que él aprovechaba para acurrucarse a su espalda y dormir abrazado a
ella, cosa que cualquier otro día sería impensable, pues pronto lo hubiera
expulsado al otro extremo de la cama agobiada por el calor de su cuerpo. Todos
parecían querer atrapar sus facciones en el ángulo preciso para llenar al día
siguiente las portadas de los periódicos. Él, sin embargo, tan solo parecía
querer salir de allí lo más rápidamente posible. Se le veía incómodo, fuera de
lugar, como una de esas fieras de cualquier zoológico que, de repente, sin
previo aviso y sin haberles pedido permiso, se encuentran delante de sus jaulas,
sin razón aparente, a decenas de amantes de la naturaleza atiborrándolos de los
cacahuetes que les sobraron tras los chimpancés.
Extracto de la novela SECRETOS BAJO LA HIERBA
Novela escrita por Juan José Marín
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