Por un breve instante, Reyman creyó que lo miraba. Le sobresaltó el temor a oír sus gritos al sorprenderlo mientras observaba su desnudez, lo que provocó en él un repentino sentimiento de culpa. Enseguida desechó la idea y se rio de sí mismo, pues aquellos preciosos ojos solo miraban sin sentido al techo, allí donde su asesino quiso que miraran por última vez.
Extracto de la novela SECRETOS BAJO LA HIERBA.
Novela escrita por Juan José Marín.
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