El conductor de una furgoneta blanca que
giraba en ese momento por la plaza de Lima no los vio venir hasta tenerlos
prácticamente encima. Apenas tuvo tiempo de abrir la boca y frenar en seco
haciendo chirriar los neumáticos. Elena giró bruscamente el vehículo a la
izquierda haciendo derrapar las ruedas en el asfalto, observando inquieta cómo
pasaban a escasos centímetros del faro izquierdo de la furgoneta.